martes, 5 de agosto de 2014

El ENB debuta en Peralada de la mano de Tamara Rojo

Tamara Rojo y Michael Coleman. Foto: Miguel González

El English National Ballet era la asignatura pendiente de Peralada ya que nunca, en sus treinta años de danza, había actuado la compañía inglesa en el Festival. Ahora, cuando Tamara Rojo es su directora, por fin se le ha podido ver en el prestigioso festival ampurdanés. Pero Tamara sí había bailado en él, en dos ocasiones con Víctor Ullate y una tercera hace trece años cuando ya estrella del Royal Ballet, bailó el paso a dos de Don Quijote como guinda a la actuación del Ballet de la Ópera de Berlín que ofrecía un programa Kylian.

Carolina Masjuan

Para este fin de semana de principios de Agosto, en un verano totalmente atípico por lo frio y lluvioso, todas las previsiones amenazaban lluvia, y ¡acertaron! Pero parece que a los astros les gusta el ballet y poco antes de empezar las funciones, ambos días, la lluvia cesó y  el ENB pudo desplegar su buen hacer y lució magnífico.

Amigas de Swanilda. Foto: Miguel González
En el primer programa la compañía nos ofreció Coppelía. Coppélia fue estrenada en la Ópera de París en 1870. Con coreografía de Arthur Saint-Léon, música de Léo Delibes y libreto de Charles Nuitter, inspirado en un cuento de Hoffmann, habla de las aventuras de Swanilda, su prometido Franz, el Doctor Coppelius y la muñeca que crea, la misteriosa Coppélia. La versión del ENB es obra de Ronald Hynd quien ha sido respetuoso con la versión original pero le ha dado más humanidad y realismo a la trama, incluyendo un padre para la protagonista, el burgomaestre de la aldea. La escenografía y el vestuario se deben a Desmond Heeley y el diseño de luces es de David Mohr.
Tamara nos brindó una Coppélia exquisita de matices, pizpireta, joven enamorada enfadada al descubrir el interés de Franz por Coppélia, la joven (muñeca) que lee en el balcón. Ya en el primer solo con la deliciosa música de Delibes, nos encandiló y su actuación fue in crescendo. La proverbial solidez de sus puntas, sus magníficos developpés, sus arabesques penchés de increíble inclinación, sólo fueron una herramienta al servicio de la interpretación del personaje. Coppélia le va a Tamara como anillo al dedo, como Kitri, o como la muñeca de la danza española del taller del Doctor Coppelius; sí, el viernes (desconozco si en esta versión siempre es Swanilda quien lo hace) fue también Tamara quien se marcó, para nuestro deleite, las danzas del segundo acto en el taller del creador de muñecas.

La pantomima, al servicio de la historia, fue una auténtica delicia de ver, en su justa medida e interpretada por todos y cada uno de los bailarines con gran frescura y ligereza.  El bailarín cubano Yonah Acosta, sobrino del gran Carlos Acosta, fue un Franz impulsivo y pícaro, que a pesar de su juventud se complementaba perfectamente con Tamara, dotado de grandes cualidades de las que dio buena muestra en Peralada.

Yonah Acosta. Foto: Miguel González
Las amigas, Shiori Kase, Bagoña Cao, Senri Kou, Ksenia Ovsyanick, Alison Mcwhinney y Laurretta Summerscales; el Amanecer, una fantástica Shiori Kase; Begoña Cao como la Oración; el Doctor Coppélius, maravilloso Michael Coleman, todos, contribuyeron a que disfrutásemos de una Coppélia como hacía mucho tiempo no se nos había dado ver. La escenografía y el precioso vestuario son también elementos a no dejar de mencionar.
Y el cuerpo de baile, que aunque con algún pequeño desajuste, fue muy convincente.
Una lástima ver la platea con muchas localidades vacías, sobre todo cuando habitualmente para el ballet, Peralada llena.
El broche final de la velada del viernes fue la entrega de la medalla de honor del Festival a Tamara Rojo por parte de su Presidenta la Señora Carmen Mateu de Suqué.
Y la noche del sábado de nuevo cita con el English National Ballet, con mucho más aforo que la noche anterior. Seis coreografías, tres de ellas de corte clásico, para rendir homenaje a la primera actuación que Rudolf Nureyev realizó hace treinta años en Peralada, y el resto de piezas, estrenadas en Inglaterra bajo el nombre de Lest We Forget, creadas por Russell Maliphant, Liam Scarlett y Akram Khan, para conmemorar los cien años del comienzo de la I Guerra Mundial.
Empecemos por la parte clásica. El paso a tres de El Corsario, cuya versión entera estrenó el ENB recientemente y se pudo ver en los Teatros del Canal de Madrid, estuvo interpretado por Fernanda Oliveira como Medora, Yonah Acosta como Alí y Junor Souza como Conrad. Yonah en la línea de la noche anterior mostrando sus ágiles saltos y rápidas piruetas, Junor poseedor de un buen ballon y Fernanda con muy buena técnica. Pero el paso a tres deslució porque al parecer el suelo estaba resbaladizo y hubo algún pequeño desajuste en sus evoluciones. Una lástima.

Fernanda Oliveira, Junor Souza y Yonah Acosta.
Foto: Miguel González
Otro paso a dos clásico fue el del Cisne Negro coreografía de Derek Deane, a partir de la original de Marius Petipa, con música de Piotr Ilitx Txaikovski. Laurretta Summercales y Arionel Vargas estuvieron espectaculares. Ella sobre todo dominando la escena con gran poderío y realizando unos fouettés firmes e impecables. Recibieron una gran y muy merecida ovación.
La última coreografía clásica del homenaje a Nureyev fue el paso a dos del segundo acto de Giselle. La versión del ENB de este ballet se debe a Mary Skeaping y se pudo ver en el Liceu hace unos años, precisamente con Tamara Rojo como artista invitada (ya era estrella en el Royal Ballet) en dos funciones junto al bailarín cubano José Manuel Carreño. Alison Mcwhinney parecía flotar sobre el escenario de Peralada, su Giselle era totalmente una figura venida de ultratumba, etérea y fugaz frente a su Albrecht, Junor Sauza. Ambos nos brindaron una sublime interpretación de este difícil y exigente paso a dos romántico.

Dust. Foto: Miguel González
¿Y en cuanto a las piezas de los coreógrafos contemporáneos elegidos por Tamara para dar un rumbo nuevo al ENB? ¡Un estupendo descubrimiento! 

"Second Breath" de Russell Maliphant, "No man's land" de Liam Scarlett y "Dust" de Akram Khan.  Dos de los coreógrafos ya eran conocidos por el público catalán, sobre todo Akram Khan quien actuó varias veces en el Mercat de les Flors con su compañía en la que formó parte la catalana Eulalia Ayguadé. También es de grato recuerdo la clase abierta que Akram ofreció en La Caldera durante una de sus visitas. A Russell Maliphant le debemos el muy emotivo Afther Light con música de Satie creado para el homenaje a Diaghilev y Liam Scarlett fue mi descubrimiento personal con el ballet de San Francisco este verano en el marco de los Étes de la Danse en París. Así que coreografía de alto nivel la que prometía ofrecer este segundo programa. Y no defraudó.

Second Breath, paso a dos interpretado por Tamarin Stott y Nathan Young con música de Andy Cowton fue el más flojo de las tres piezas a pesar de estar muy bien bailada por ambos bailarines. Sin acompañamiento coral, se queda en desventaja frente a las otras dos piezas, aunque justo es destacar que se trata de una coreografía rica en matices y con portés muy estudiados.

No Men’s Land, con música de los Fragments d’Harmonies poétiques et religuieuses de Franz Liszt, en cambio, sedujo enormemente. Tres parejas, Tamara Rojo, Zdenek Konvalina, Fernanda Oliveira, Max Westwell, Erina Takahashi y James Forbat, nos muestran la relación entre hombres y mujeres en el entorno trágico de la guerra, la desazón que les invade al verse obligados a separase. A pesar de ser abstracto, ese sentimiento está ahí, se palpa, trasciende…. Liam Scarlett sabe cómo llegar al corazón. Es un coreógrafo típico inglés que a veces recuerda a Sir Keneth McMillan, sobre todo en la forma de mover a los varones. Una preciosa coreografía con un paso a dos final de una gran belleza.

No Men's Land. Foto: Miguel González
Y con Dust de Akram Khan se cerró la velada y la participación de la compañía inglesa en el Festival. El coreógrafo Indio-Inglés sabe cómo impactar. Siempre hay fuerza en sus trabajos, fuerza y control. Aquí una figura, un hombre, el bailarín Fabian Reimair, frente a un muro compacto que forman los bailarines unidos por sus brazos. La imagen de ese muro ondulante, sabiamente iluminado, es hechizante. La música de Jocelyn Pook con fragmentos de la  canción La Hora del Adiós cantada de forma desgarrada y repetitiva, acompaña el sentimiento de pesar que invade la escena y trasciende al público. Un magnífico paso a dos interpretado por Tamara Rojo y Fernando Bufalá y unas escenas de grupo con una iluminación muy estudiada que junto con el vestuario de color apagado y la neblina que invade la escena crean ciertamente una atmósfera polvorienta y lúgubre.
Grandes aplausos para los artistas, el público reacio a abandonar el recinto y con muchas ganas de celebrar ese festival de buena danza. Una demostración de que el clásico está muy vivo, ya sea en ballet de repertorio como con coreografías modernas y de que existe una gran afición.
Tamara avanzó en rueda de prensa que el ENB estará en Barcelona en septiembre de 2015, en el Gran Teatro del Liceo. Les recibiremos encantados.


Nota: No puedo dejar de comentar el asombro que me producen las declaraciones que sueltan algunos periodistas culturales. La Sra. Maricel Chavarría celebró en su crónica para La Vanguardia que Tamara Rojo “sacudiera el polvo y aireara lo rancio” a un ballet como Coppélia. ¿No es acaso lo que hizo Ángel Corella con su magnífico Lago? ¿Y lo que hacen las compañías más prestigiosas del momento aunque algunos puristas se lleven las manos a la cabeza? Decir también, como dijo la periodista, que el ballet clásico es una arte que “quizás” -menos mal que hay un quizás-  esté tocado de muerte en el siglo XXI, es no tener ni idea de lo que se cuece en París –donde cuando el Ballet de la Ópera de París está de vacaciones, se invita en los Étés de la Danse a prestigiosas compañías extranjeras dada la gran demanda que por parte de locales y foráneos hay de ballet-  en Londres, con dos magníficas compañías clásicas, Oslo, Berlín, Munich, Amsterdam, Nueva York, Philadelfia, San Francisco, Tokio, Estambul, …. También leo alucinada que nuestro conseller de cultura, Ferran Mascarell, se dignó venir a Peralada a ver ballet ¡caramba! ¿Desde cuándo le interesa este arte? ¿No habría sido más coherente tener interés por conocer qué hacía Corella cuando anhelaba dirigir una compañía en Cataluña y escuchar su propuesta? Es realmente decepcionante a nivel cultural, vivir en este país, da igual que nos refiramos a Cataluña o a España. Ah! Y por cierto Sra. Chavarría, leo en su nota del programa de mano del ENB en Peralada sobre la “coreógrafa” Liam Scarlett. Perdón, pero el inglés Liam Scarlett es un joven caballero y uno de los tres grandes coreógrafos clásicos (crean usando el lenguaje y la técnica clásicos) del momento, junto con el ruso Ratmansky y el también inglés Wheeldon, del que hemos podido conocer muchos trabajos gracias al Corella Ballet, pero tratándose de Corella parece que en lugar de intentar hacernos un gran favor, más bien molestaba, a políticos y a algunos periodistas, que no al gran público que consiguió aglutinar….. país….

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