jueves, 13 de abril de 2017

Mayerling: Una joya en la Balletwoche 2017


 
Sergei Polinun (Foto: Wilfried Hoesl)
En el marco de la Balletwoche 2017, el Moskow Stanislavsky Ballet,  presentó  los días 6 y 7 de abril, en el Teatro Nacional de Munich (Alemania) la esperada producción, Mayerling, una de las joyas del  Festival, protagonizada en sus principales roles por  Sergei Polunin y Natalia Somova.


Cristina Ribé
El ballet se concentra en la figura del Príncipe Rudolf magníficamente representada por Sergei Polunin. Es uno de los papeles más exigentes del repertorio clásico masculino. Incluye siete pasos a dos con seis bailarinas diferentes y varios solos, a los que se añade una interpretación que requiere estados de ánimo muy distintos. Polunin interpreta a la perfección la relación de odio con su mujer; la relación edípica con su madre con la que muestra una gran debilidad; la ambigua relación con su ex-amante; el entusiasmo y la pasión con María su último gran amor. Asimismo, su adicción a las drogas y el aturdimiento provocado por éstas, las cefaleas debidas a la sífilis y su obsesión con la muerte: él quiere morir pero no solo.
Excepcional la actuación de Sergei Polunin en el rol de un personaje con innumerables aristas psicológicas.

Kenneth McMillan, un coreógrafo rompedor

El gran coreógrafo inglés tuvo una muerte tan dramática como muchos de  protagonistas de sus obras. Murió entre bambalinas mientras se reponía Mayerling el 29 de octubre de 1992. Su legado en el ballet es indiscutible. Estableció una nueva forma de crear ballets con un lenguaje sin secretos y una exposición casi morbosa de situaciones reales que, hasta ese momento, no se veían en un escenario: sexo, violaciones, suicidios, drogadicción… presentado así, en crudo, como la vida misma.
No le faltaron detractores, pero eso no le disuadió. Siguió esa línea creativa, con la que tal vez se liberó de sus fantasmas de la infancia mientras creaba los más bellos pas de deux de la historia del ballet del siglo XX.
Su compañera durante más de 20 años, Devorah MacMillan, posee la custodia de los derechos de todas sus obras y vela cuidadosamente por todas ellas. Según sus propias palabras, “Kenneth era como un canal a través del cual las cosas surgían. No era particularmente analítico o capaz de verbalizar lo que estaba haciendo, y eso le ponía muy nervioso. Cada vez que trabajaba en una nueva obra parecía estar aterrorizado, en el sentido de que consideraba lo que hacía como un rompecabezas gigante para el cual tenía que encajar las piezas. Era un hombre obsesivo, altamente motivado como todos los grandes artistas, a veces, en detrimento de sus relaciones personales, porque hablamos de una personalidad muy focalizada en su propio  interés. El objetivo primordial de sus obras era incomodar al público, hacerle pensar. Reforzó el poder del ballet clásico y de su lenguaje, lo rescató de una perfección cristalizada para poder decir con él todo tipo de cosas.”

Un placer para la audiencia

El Moskow Stanislavsky Ballet cumplió las expectativas de un público entregado y fiel a las grandes piezas clásicas como la que nos ocupa. La técnica depurada y gran calidad artística de todos y cada uno de los componentes de la compañía hicieron las delicias de la audiencia que demostró con largos aplausos el éxito de la obra.
Mayerling: Su obra maestra
Kenneth MacMillan se interesó por la familia real de los Habsburgo y la desaparición del Imperio Austro-Húngaro tras la lectura de “The Eagles die: Franz Joseph, Elisabeth and their Austria” de  George Richard Marek  (1974). La historia del doble suicidio del príncipe heredero y su joven amante, María Vetsera, en el pabellón de caza del emperador Francisco José I en Mayerling (aldea cercana a Viena) en 1889, siempre ha estado envuelta en el misterio y la intriga.

Argumento

Prólogo
Entierro en el cementerio de Heiligenkreuz antes del amanecer.

I Acto
Comienza con la boda imperial entre el Príncipe Rudolf, heredero del Imperio Austro-Húngaro (Sergei Polunin) y la Princesa Estefanía de Bélgica (Anastasia Limenko), en cuya fiesta el novio no deja de flirtear con otras mujeres y en especial con María Vetsera (Natalia Somova) que ha sido introducida por la Condesa Larisch (Anastasia Pershenkova)  (ex -amante del príncipe), frente al estupor del resto de invitados. La atracción es mutua, pero son interrumpidos por cuatro oficiales húngaros que buscan el apoyo del joven príncipe a su causa política separatista.
Rudolf visita a su madre en su habitación mientras su mujer le espera en sus aposentos preparándose para la noche de bodas. Ya en la habitación nupcial, Rudolf aterroriza a su esposa con un cráneo y un revólver y termina forzándola.
Sergei Polinun y Natalia Somova (Foto: W.H.)

II Acto
Rudolf lleva a Estefanía a una taberna de dudosa reputación para encontrarse con Mitzi Caspar (Oxana Kardash), la prostituta a la que frecuenta. Pronto se va disgustada. Rudolf se queda acompañado de su cochero Bratfisch (Saryal Afanasef) y de sus amigos los conspiradores húngaros. Hay una redada policial. Mitzi y Rudolf se esconden. Al quedarse solos, trata de persuadirla de que deberían suicidarse juntos, pero ella le rechaza. Una vez fuera de la taberna Rudolf se encuentra con la condesa Larish que le presenta de nuevo a María, en un encuentro cuidadosamente ideado.
En la siguiente escena, María está contemplando un retrato de Rudolf cuando llega la condesa de visita a su casa y , tomando una baraja de cartas, le predice que pronto sus sueños se harán realidad. María le da una carta para Rudolf.
Durante la celebración del cumpleaños del emperador en el palacio, donde toda la corte está reunida (incluida la archiduquesa María, madre del emperador) y una embarazada Estefanía, la emperatriz Isabel le ofrece abiertamente a su esposo un retrato de Katerina Schratt, su amante, que está a su lado y luego, durante los fuegos artificiales, ella busca la atención de su amante, el coronel “Bay” Middleton. Todo esto lo ve Rudolf con amargura e ira. La condesa le entrega la carta de María.
Estando el príncipe en su habitación, aparece María y se destapa la pasión y el deseo entre ellos.

III Acto
Se abre con una cacería real con todos los miembros de la corte. Al príncipe Rudolf se le dispara el arma matando a un caballero que se encontraba muy cerca de su padre… el emperador Francisco José empieza a  temer por su vida.
Rudolf está en su apartamento, se ha inyectado morfina. María se reúne con él y éste le pide que mueran juntos. Ella accede.
El conde Hoyos y el príncipe Felipe se reúnen en el Pabellón de caza con Rudolf, después de beber unas copas se despiden de él. Aparece María. Hacen el amor apasionadamente y finalmente él  la dispara  y luego a sí mismo.

Epílogo
El cuerpo sin vida de María es arrastrado al ataúd y es enterrada antes del amanecer.


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