domingo, 28 de enero de 2018

Le Jeune Homme et la Mort & La Sylphide por el English National Ballet.

Tamara Rojo e Ivan Vasiliev en Le Jeune Homme et la Mort.
Foto: Laurent Liotardo

El pasado viernes 19 de Enero, el English National Ballet (ENB) nos ofreció una doble propuesta de danza con dos clásicos tan hermosos como perturbadores. Lo que pudimos ver en el London Coliseum de Londres fueron dos historias con argumentos y estilos diferentes, creadas con más de un siglo de diferencia, pero con dos elementos en común. Un rol interpretativo a destacar y un mismo hilo conductor: un amor tan apasionado como destructor, tan inocente como irreal, que conduce a los héroes al más terrible de los finales.

Sylvia Grau

La velada empieza con Le Jeune Homme et la Mort, una coreografía de Roland Petit a partir del libreto de Jean Cocteau. La obra, estrenada en 1946, tiene lugar en un sórdido estudio en el París de la post-guerra y es en esa escenografía, idea del director de arte Georges Wakhévitch, donde el tándem Petit y Cocteau nos muestran la relación tormentosa y violenta entre un amante y su perdición, una perdición en forma de mujer fatal que a través del desprecio y la provocación, va destruyendo el alma del hombre hasta que queda sin vida.

La Sylphide por el English National Ballet.
Foto: Laurent Liotardo
Petit nos cuenta la historia a través de la exaltación de pasos y gestos cotidianos, que se transforman en una prodigiosa danza. La música, decisión en el último momento, es uno de los elementos principales en escena, ya que cada nota de la Passacaglia de Bach aumenta cada uno de los movimientos descritos por Petit.

Su primer protagonista, el bailarín y actor Jean Babilée, entregó tanta personalidad a este personaje que se ha presentado como un gran reto para los futuros aspirantes, como fueron Nureyev, Baryshnikov y Le Riche. Aunque la pieza es de una elevada exigente técnica y física para el hombre, el mayor reto en mi opinión es la interpretación, que precisa de un intenso dramatismo no muy habitual en la danza clásica o neoclásica. En cuanto al papel de la mujer, aunque no luce tanto en el aspecto físico-técnico, me aventuraría a decir que es un reto interpretativo mayor, sobre todo por incluir elementos como el misterio, la provocación, la mofa y una sensualidad perversa, y se verá enormemente afectado por la personalidad de la bailarina que lo interprete.

Ivan Vasilev, Le Jeune Homme et la Mort.
Foto: Laurent Liotardo
El pasado día 19 dos grandes estrellas de la danza, Tamara Rojo e Ivan Vasiliev, dieron vida de nuevo a Le Jeune Homme et la Mort. Rojo, que ya había interpretado esta pieza antes con Le Riche, resolvió de forma brillante el rol aportándole su gran personalidad, la misma con la que ha bailado siempre y con la que ahora lidera el ENB. En sus gestos y en sus inmensas miradas pudimos leer claramente el papel creado por Cocteau, y a los pasos de Petit les regaló una elegante sensualidad y seductora frialdad.

Vasiliev, que al igual que Rojo ya había interpretado la obra antes con una versión también para el ENB en 2011, demostró de nuevo su gran virtuosismo y técnica, pero sobretodo destacaría su pasión en la interpretación, con una expresión perdida que nos evocaba la locura y movimientos explosivos que describían perfectamente su alma atormentada.

Las dos estrellas de la danza, con una técnica más que controlada, parecía que podían jugar más a ser actores y disfrutar de la interpretación, o al menos así se transmitía a una audiencia que quedó presa dentro de la obra durante los intensos dieciocho minutos que duró la coreografía.

Tamara Rojo, Le Jeune Homme et la Mort. Foto: Laurent Liotardo
El final, como si el espectador visualizara un cuadro, muerto y muerte se adentran en los tejados de París mientras el telón nos despide lentamente de la historia.

A continuación, la compañía inglesa nos propone un viaje a Escocia para conocer el gran clásico de Bournonville, La Sylphide, versión que hace el creador de la escuela danesa en 1836 del ballet original de Filipio Tagioni para la Ópera de París.

La versión de Bounonville es la única que ha sobrevivido de las dos y se considera el primer ballet romántico y obra clave del siglo XIX. Con el ánimo de mantenerse fiel a la tradición danesa, la directora artística, Tamara Rojo, decide invitar al experto en Bournonville, Frank Andersen, para colaborar en el proyecto. Se confirma así la vocación didáctica del ENB, educando en otros estilos de la tradición clásica tanto a los bailarines como al público inglés.

La Sylphide por el English National Ballet.
Foto: Laurent Liotardo
A nivel técnico, La Sylphide de Bornonville nos seduce con la exigencia que requiere en las piernas y los pies de los bailarines, con constantes saltos y mucho trabajo rápido de pies. Como contrapunto la parte superior del cuerpo debe permanecer natural, sin demostrar esfuerzo alguno, permitiendo desarrollar dulces movimientos de brazos. 

Otro gran desafío para el bailarín es la musicalidad y la parte interpretativa, que, con grandes influencias del mimo, pretende explicar la historia con todo detalle.

Para situarnos aun más en el contexto de la historia y reforzar la interpretación de los bailarines, acompaña este ballet la música del compositor romántico Løvenskiold , que junto con la gran escenografía y el precioso vestuario, nos trasladan a un ambiente escocés en el primer acto y al mundo etéreo de las Sylphides en el segundo.

Destacamos el baile con los zapatos, que le da credibilidad al argumento, mientras las Sylphides etéreas bailan en puntas, las mujeres escocesas reales bailan en zapatos, que además usan para marcar el ritmo en algunos fragmentos de la coreografía.

Este ballet escrito por Adolphe Nourrit, cuenta la romántica historia de cómo el escocés James queda fascinado por La Sylphide, al igual que Nourrit quedó fascinado por la bailarina Marie Taglioni.

Rina Kanehara e Isaac Hernández en la Sylphide.
Foto: Jason Bell

La noche antes de su boda, James siente la presencia de La Sylphide, aunque podríamos pensar que ya la ha visto anteriormente en sus sueños. Al confirmar que este hermoso ser existe, abandona a su prometida para encontrarse con La Sylphide en el bosque. A través de un baile en el que los amantes no logran tocarse, La Sylphide evade todos los intentos de James, el joven se da cuenta de que ese ser maravilloso jamás podrá ser suyo y en un intento de retenerla para siempre, provoca que la criatura del bosque pierda sus alas y muera. El ballet termina con el amante abatido por la muerte de La Sylphide, y la culpa y la pena le llevan al mismo destino que su amada.

La pasada noche del viernes James estuvo interpretado por Joseph Caley, recientemente promocionado a Bailarín Principal, y La Sylphide por Rina Kanehara, solista junior de la compañía. La misma noche encontramos otro bailarín solista junior en el papel de Gurn, el madrileño Daniel Kraus, y la primera solista Crystal Costa debutando en el papel de Effy. A destacar la interpretación de la Primera Artista Precious Adams en el papel de First Sylph. Todos ellos y el resto del elenco del ENB, consiguen traernos el estilo Bournonville y transmitirnos esa alegría al bailar típica de la tradición danesa.



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